domingo, 20 de febrero de 2011

ADAPTACIÓN DE UNA GUITARRA


Aquí está la guitarra que me dió un fantástico 10 en una parte de una asignatura. Tuvimos que realizar una adaptación desde Terapia Ocupacional y yo elegí adaptar una guitarra para una persona que le falta el brazo derecho y le gustaría tocar la guitarra con los pies. Aquí dejo el trabajo al completo por si alguien se anima:



El caso que se expone es el siguiente:


Chico de 25 años, ha sido amputado del brazo derecho debido a un traumatismo (segunda causa más frecuente de amputaciones). Toca la guitarra desde los 7 años y hasta antes del accidente que padeció en un ciclomotor, tocaba la guitarra en un grupo de Blues de su ciudad natal (Barcelona).



Justificación de la adaptación:



He decidido adaptar una guitarra respecto a sus necesidades prioritarias para que pueda aprender a tocar con los pies, ya que para él supone una gran motivación e interés poder retomar esta actividad.



Listado del material:


Guitarra, taladro, madera para el mástil, cuchillo, cuerda de tela, sierra de calar, metro, destornillador, hilo de pescar, escofina (lima grande),), papel de lija, barniz y spray negro.



Pasos para hacer la adaptación:



1- Utilizar el destornillador para quitar los tornillos del mástil (parte de las clavijas) para después colocarlo en el nuevo mástil.
2- Quitar el mástil empujando con un cuchillo la parte inferior hasta arrancar la totalidad.
3- Coger las medidas totales del mástil con el metro para hacer el nuevo mástil en una madera.

4- Cortar la madera a medida con la sierra de calar y darle forma.
5- Utilizar la escofina para hacer las curvas del mástil.
6- Con el taladro y la sierra de calar volver a colocar las clavijas en los extremos del mástil.
7- Cortar una nueva madera que será la madera de trastes.
8- Pintar de negro y colocar los antiguos trastes.
9- Agujerear mástil (parte inferior) y colocar tacos de madera pequeños con cola.
10- Agujerear la caja de la guitarra e insertar el mástil encolado.

11- Pintar el mástil con barniz.
12- Encolar en el mástil la madera de trastes y colocar las cuerdas de hilo de pescar.
13- Utilizar el antiguo mástil como soporte de ayuda (debajo de la caja).
14- Por último, utilizar una banda de tela de colores como punto de estabilización del pie derecho.




Como se puede ver, se eliminó el antiguo mástil y se creó uno nuevo más largo para facilitar el agarre con la mano derecha y así poder tocar la guitarra con los pies. Nada más que decir, proximamente colgaré mi nueva manualidad.





martes, 11 de enero de 2011

El pan...

Padre nuestro que estás en los cielos, santifican tu nombre porque no hay más remedio y hágase tu voluntad allá en el cielo porque aquí en la tierra desde hace mucho tiempo mendigamos la nuestra. El pan nuestro de cada día, duro, frágil y hasta triste y no nos consta que el tuyo sea verdadero porque aquí el pan lo controlan los gobiernos. Y dejanos caer en la tentación aunque más no sea para alterar la costumbre, no nos libres del mal porque no tendríamos cómo reconocer el bien si es que alguna vez nos llega y no perdones nuestras deudas, ni dudas, ni pecados... porque no queremos perdonar al enemigo y sólo pondremos la otra mejilla para el beso.

lunes, 13 de diciembre de 2010

He descubierto qué es el infierno. Es que no se me pongan rojitas las orejas en diecinueve días y quinientas noches. En la libertad imprescindible tampoco nunca el tiempo es perdido, y algún que otro recodo más de las ilusiones en la vida de olvidos. No siempre es estar clavada en un bar soltando penas brindando por nadie más que yo. También de paso en la sombra. de este infierno me estoy haciendo un sombrero, sombrero de largas incertidumbres que he recogido de ningún lugar.
Y si mil calles llevan hacia ti, todavía no he encontrado la dirección ni el sentido de mi existencia. Y creo que sí tengo tiempo que perder. Río abajo corren los sentires, y los puentes no ven nada más que seres extraños.Y yo me tiré de cabeza y me arrastró la corriente. Igual que Nicolas Cage en Living las Vegas, yo me voy a perder la cabeza de otro modo, con otro licor, para morir de una vez por todas por vos. Ya que puede ser mi último día en la Tierra. No tengo ojos de ciencia ni de ficción. Cerré mi puerta una mañana y eche a andar. Será cosa de mi niñez. Qué le voy a hacer si yo soy de barrio. Y aunque tú me pierdas yo siempre me encuentro conmigo. A bordo de mi botella, siempre me ahogo, a la buena de dios. Sin puestas de sol. Tal vez se trate de una dulce condena. Cuando brille el sol hay otras maneras de seguir. No me prestes atención, sólo déjate arrastrar, no tengo huellas del viento. Resumiendo, no me hagas hablar. Grita. Sin exagerar. A mí la luna me sabe a demasiado. No me alicates, no quiero cenefas. Yo me voy a Calella, cuando el catalán me invite a un cremat. De cristal o de diamante me quedan algunas caras ocultas, llenas. Crezco si enloquezco sin sentir con las neuronas. Yo me voy a plantar al campo.

jueves, 28 de octubre de 2010

Algunos tangos bailados y temidos en silencio con la escoba. Escondida detrás de las metáforas del Indio Solari. Tomando té a deshora.

Podría ser el eco de tu voz e ir resonando detrás de cada verso que se te escapa. También podría ser esa piedra con la que tropieces una y otra vez, caigas y enfadado me odies. Podría ser la sombra que no te deja espacio para moverte, a la que pisarías tantas y repetidas veces que olvidaría que me haces daño. Podría ser la luz que entrara por tu ventana y a escondidas te mirara. Podría ser un despiste, un objeto de la nada que ha caído para acompañarte. Podría ser tu estación de tren, tu despedida diaria. Podría ser nada para que me buscaras por todo el mundo.

Podrías ser mi perfume Chanel para formar parte de mi cuando no estuvieras cerca. Podrías ser el reflejo de la luna, la que me vuelve loca y me aleja de ti. Podrías ser mi contradicción, mi silla a la espera. Podrías ser nadie para perderte entre la gente. Podrías ser mi huella marcada, mi tatuaje intrínseco. Podrías ser la deriva, para empujarme hacia adelante. Podrías ser un carnaval loco, una botella de ron que me emborrachara de ti, un cigarrillo entre mis labios, una triste ceniza. Podrías ser mi último abrazo, una huida que vuelve cada día. Podrías ser mi camino de vuelta a casa, la cerveza que mareara mi mente. Podrías ser la noche y el día, el mínimo esfuerzo de la conquista, la causa de mi tristeza y mi alegría ahogada.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Bueno, en realidad, no eres nadie, sólo un trozo de papel ahora húmedo. Húmedo por derramar lágrimas que robé en algún badulaque mientras pensaba en esta situación. Estaba solo, pisando un suelo que no me reconocía en estos pies. Pies de perdedor, al que le quitaron la corona. Me he disfrazado de despojo, me he convertido en una piel de camuflaje aterrorizada por el exterior. Y no, no sé salir de aquí.

Fui sobre mis ruedas, me deslicé en los bares, saboreé todas las barras solitarias que bailaban a mi alrededor. Dejé un taburete vacío a mi lado por si quería volver. Busqué sus ojos en la mirada de mil mujeres y ningunos eran ella. Aporreé mil paredes y dejé sangrar mis puños en la madrugada. No hubo ni rastro. Mi alma se fue de paseo y yo quedé sumergido en mis recuerdos (y en los suyos). Y ahora no está, ya nadie (nadie porque ella lo era todo) se emborracha conmigo y sonríe si no sé apagar un cigarro, si se me escapan las cosas de las manos, si me tropiezo, si voy despeinado o tarareo el sonido de la última canción del verano.

El tiempo ha dejado de ser tiempo y a pasado a caer para acomodarse y ser mi enemigo.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Disculpe... nunca empiezo a escribir si no sé como empezar. El otro día mismo, sin ir más lejos, me puse a contar los motivos que tenía para seguir viviendo. La causa y el efecto fueron el mismo nombre de cuatro letras que llevaba por alias "VIDA". No supe coordinar los pasos nunca para bailar con ella, pero ella me perseguía, yo salía corriendo, ella siempre estaba ahí. A veces tan coqueta, a veces tan arruinada, a veces tan reflejada en mí. Una vez... me tendió la mano. Y yo, alargué mi brazo derecho para invitarme a oler su perfume. Erguida, como si de ella dependiera mi existencia, me rodeó, embelesó la piel apenas erizada años atrás.

Fue entonces, cuando decidí que con o sin ella, morirían mis celulas, mis glandulas, mis organos interno-vitales, mi alma partida ya en 34 pedazos y pico.

Y así quedó mi unánime cuerpo físico, sobrevolando algunos vientos de alguna bohemia ciudad (como podría ejemplificar con París). Le diré más, me dejó mi mujer por tener 4 o 5 manías fuera de lo común como cobijar a gatos salvajes en casa (teníamos cerca de 15 gatos en 70 metros cuadrados), otra era escuchar grupos de música a viva voz (en especial coplas y pasodobles), aunque lo que más me gustaba hacer era colocar 4 sillas delante del televisor y creer que era un director de cine, un cineasta desequilibrado que le explicaba a las series de sobremesa lo que tenía que ir ocurriendo a medida que yo les indicaba ejercitando los brazos de un lado a otro.

Como le decía, mi mujer me dejó y plasmó una carta sobre la palma de mi mano. En ella ponía esta dirección y aclaraba en letra arial de color negro "La parte de mi que estaba contigo, está en el Tanatorio Municipal". Tampoco eso fue lo más grave, pero le terminaré de explicar alguna de mis historias cuando realmente sucedan.